jueves, 19 de febrero de 2015

TRINIDAD: LA CUBA COQUETA Y RISUEÑA

Si algún tono define a Trinidad es el amarillo. Una explosión de este color que salpica el cielo con un increíble sol en las horas centrales del día, los edificios de sus calles empedradas y hasta sus coco taxis.

Esta pequeña joya caribeña fue una de las primeras villas coloniales fundadas por los españoles allá por 1514 y es también conocida como la Ciudad Museo de Cuba por poseer uno de los conjuntos arquitectónicos mejor conservados y más completos del continente americano. Fue declarada Parimonio de la Humanidad en 1988. 

Mansiones coloniales, amplias y con bellos patios, palacios que hablan del lujo de antaño...Todo, con una ornamentación neoclásica que se refleja en murales, molduras marcos de madera y, muy especialmente, en las espectaculares y artísticas formas de sus verjas que los forjadores de hierro soñaron convirtiéndolas en uno de los mayores encantos de la ciudad.
 



 



 La Plaza Mayor es el epicentro de la ciudad, y junto a la de Santa Ana y de las Tres Cruces, el Campanario de San Francisco y sus maravillosos palacetes, constituyen la Trinidad más monumental. 




Pero como sudece siempre, la auténtica magia del lugar se descubre al pasear por sus callejuelas llenas de vida, alegría y música...La música que brota a borbotones de los bares que, como el Regidor, invitan a un pausa donde refrescarse con un mojito y dejarse envolver por las notas de temas de Silvio Rodríguez. Y es que, en Trinidad, tiene su hilo musical expandido por toda la ciudad: en la Casa de la Trova, La casa de la Música...
Salsa, son, trova, timba, mambo o chachachá te pedirán seguir el ritmo mientras paseas por sus calles. 


 



 




 La vida es un largo viaje. Disfrutad de sus rincones.

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