jueves, 29 de enero de 2015

LA CALLEJUELA DONDE KAFKA ALUMBRÓ A SUS MONSTRUOS


 Para muchos, Praga es una ciudad monumental con edificios magníficamente conservados y una arquitectura inigualable como muestra son El Puente Carlos, la Plaza de la Ciudad Vieja , el Castillo...Para mí, además, Praga huele a nieve. A besos furtivos que brotan en los rincones. A pasiones solo alumbradas por sus bellos faroles. Sensual, romántica, onírica...Un laberinto de emociones donde dejarse llevar y desembocar, por ejemplo, en El Callejón del Oro....Una calle estrecha, corta y sinuosa, que dibuja su coqueta silueta en el corazón de la Fortaleza del Castillo de Praga.
Su nombre le viene dado por los orfebres que le dieron vida en el siglo XVII y durante mucho tiempo, alimentó leyendas como aquellas que hablaban de experimentos llevados a cabo por alquimistas y astrónomos durante el reinado de Rodolfo II para convertir los metales en oro.

Descendiendo por ella, el flanco izquierdo está salpicado por minúsculas casitas de colores que fueron construidas para albergar a los guardianes del castillo.



Un siglo después, el gremio de orfebreres se estableció en ellas, modificándolas por dentro y por fuera, ocupándolas durante muchas décadas.

La zona fue degenerando y durante el siglo XIX, se convirtió en un área peligrosa que daba cobijo a mendigos, delincuentes y gentes de mal vivir de la época.


Fue ya en el siglo XX cuando se procedió a su desalojo y esas casitas de cuento vieron florecer entre sus muros tiendecitas dedicadas a la artesanía, las marionetas, armas y armaduras ,el archifamoso cristal y otros productos típicos de la ciudad.

Pero si alcanzó popularidad, fue gracias a un ilustre vecino. El escritor Franz Kafka residió en el número 22 de la calle, y se  ha convertido por ello, en motivo de peregrinación de viajeros que hacen cola para hacerse una foto ante su fachada. Se comenta que quizá el tiempo que vivió aquí le sirvió de inspiración para la posterior escritura de su gran obra "El Castillo". En la casa Nº 14 residió Madame de Thebes, una vidente que fue asesinada por la Gestapo a fines de la II Guerra Mundial por haber anunciado el fin del nazismo.

El recorrido, evitando las temporadas y horas de asalto turístico, resulta entrañable y placentero. A menudo, amenizado por músicos ambulantes, que llenan la atmósfera de notas arañadas a las arpas, o susurradas a los saxos.

Y ya, al atardecer, cuando los faroles comienzan a encenderse y la calle se queda huérfana de visitantes, echamos un último vistazo a este rincón, donde sus estrechos muros invitan al abrazo.

La vida es un largo viaje. Disfrutad de sus rincones.

miércoles, 28 de enero de 2015

UN BALCÓN NATURAL A LOS FIORDOS NORUEGOS



Os sugiero explorar un rincón grandioso, espectacular, tocado por la naturaleza y los dioses...Donde los adjetivos se quedan cortos y se recibe un baño de humildad. Sí, porque uno se siente infinitamente insignificante y diminuto ante el escenario que contempla.
Estoy invitándote a disfrutar de un lugar que se conoce como Preikestolen (Stavanger, Noruega) que significa "el púlpito", simbolizando con su denominación  una gigantesca plataforma natural de roca que se asoma al abismo, de unos 25 metros x 25 metros, con una caída vertical de algo más de 600 metros sobre el fiordo de Lyse. La excursión se realiza a través de un sendero de montaña muy bien señalizado y tras una caminata de unas cuatro horas con tramos bastante duros por su pendiente, sólo compensados por un paisaje que corta la respiración y nos abruma por su belleza, alcanzaremos la cima que nos permitirá contemplar desde este mirador singular una sensacional vista del fiordo. La bajada, resulta todavía si cabe más dificultosa por lo que la exigencia de un calzado adecuado es primordial. Desde la ciudad de Stavanger, parten cada día excursiones en autobuses hasta la base donde comienza la caminata hacia el Púlpito de roca. Hay vuelos desde España que conectan directamente con esta ciudad, que puede convertirse en el inicio de un apasionante recorrido por el resto del el país. Eso sí, lo haréis con las agujetas como compañeras de viaje. El alojamiento en la zona incluye opciones variadas, que van desde  hoteles, cabañas o camping. La excursión os llevará todo un día. Pero merece la pena.
Si hacéis un crucero por el fiordo podréis descubrir "el púlpito" desde otra perspectiva. Igualmente bella, pero menos gratificante.







La vida es un largo viaje. Disfrutad de sus rincones.

lunes, 19 de enero de 2015

LA RECOLETA CALLE DE EL GRANO EN SALZBURGO

Salzburgo (Austria) es como una pequeña caja de música que suena a Mozart.
Y es que precisamente de él, viene la proyección internacional que ha alcanzado esta pequeña ciudad donde nació y vivió hasta los 17 años el famoso e inigualable compositor. Concretamente en el número 9  de Getreidegasse, la Calle del Grano.
Y es este bello marco del casco antiguo, con la espectacular vista de las montañas al final de un trayecto acompañándonos en el horizonte durante todo el itinerario, el rincón que vamos a visitar.
A vista de pájaro, puede parecer una zona comercial glamurosa del norte de Europa, pero si os detenéis en los detalles, descubriréis lo que la hace distinta y preciosista: sus tiendas poseen letreros de hierro forjado y dorados junto a los rosetones,  que tienen su origen en la Edad Media. En aquella época muchas personas eran analfabetas y necesitaban orientarse por un lenguaje de signos más visual.



En la calle se esconden numerosas galerías así como patios interiores.Cada patio tiene su propio estilo individual como murales, arcos y motivos florales. Antiguamente, además, entre las casa había jardines particulares pero, con el paso de los años y para ganar espacio, se fueron sustituyendo por nuevos negocios que, eso sí, tuvieron que  colgar sus estandartes y rótulos, siguiendo las normas estéticas y el patrón de la calle.
 Así, nos topamos con un Zara y sus esculturas de modelos ambientadas en el Medievo...

 ...O un McDonald's irreconocible, pero con mucha más clase a la que nos tiene habituados.



















Las boutiques de moda, joyerías, pastelerías, jugueterías y bellos cafés, ayudan a preservar ese aura exclusiva, aunque todo el mundo es bienvenido.
También es un buen lugar para los amantes de la música y del cine, donde curiosear y comprar recuerdos de Mozart o de "Sonrisas y Lágrimas"





El momento más tranquilo de Getreidegasse es temprano por la mañana, cuando las tiendas aún no han abierto y los turistas no han tomado la ciudad. Y resulta especialmente romántica por la noche, cuando las casas y las tiendas comienzan a prender sus luces.


Getreidegasse está situada en el corazón del casco antiguo de Salzburgo, a la que puede llegarse en autobús desde la estación principal de tren de la ciudad. Desde Viena, está muy bien comunicada por ferrocarril y dado la poca duración del viaje( unas dos horas y media) y la gran frecuencia de trenes que unen ambas ciudades, es muy fácil realizar un trayecto de ida y vuelta en el día.
  La vida es un largo viaje. Disfrutemos de sus rincones. 

LA VIENA COLORISTA Y SINUOSA DE HUNDERTWASSER


  1-Edificio de Apartamentos (Hundertasserhaus)
En 1985, el Ayuntamiento puso en manos de Hundertwasser la rehabilitación de un edificio aburrido, gris y plomizo para viviendas sociales. Y así nació este bloque de viviendas donde el autor se rebela contra la racional y fría arquitectura de Viena buscando la asimetría y la irregularidad a base de color. El resultado son varios edificios, con diferentes ventanas, fachadas distintas, árboles brotando de los balcones y terrazas, con similitudes a Gaudí y donde hoy en día viven alrededor de 50 familias. Su interior, también merece la pena visitarlo, por sus escalinatas y su juego de volúmenes que prosigue en el interior. La parada de tranvía más cercana es Hetzgasse, línea 1. 
Os dejo el enlace en inglés y alemán, por si os interesa profundizar:
2-Museo de Hundertwasser (Kunst Haus Wien)

El artista compró esta fábrica de muebles de madera y la transformó completamente en línea con su peculiar estilo: elementos irregulares de metal, vidrio y azulejos multicolores. Por dentro, dos plantas donde se expone su obra gráfica, sus manifiestos y toda la filosofía de un hombre inquieto y militante por la paz, que incluso diseñó una bandera israelí-palestina, con la media luna y la cruz judía en perfecta conjunción. Sin duda, no os dejará indiferente ni su concepción del arte, vinculado al hombre y la naturaleza, ni su concepción de la vida.












Haciendo honor a su idea de que "la línea recta es ajena al hombre", sus suelos son ondulantes.
"Un paraíso para los pies", según proclamó. Y la verdad, después de visitarlo, a diferencia de lo que ocurre con muchos museos, uno termina con sensación de haber recibido un masaje.



En la planta baja, un precioso Café-Restaurante con jardín , y una tienda donde adquirir un pequeño recuerdo en forma de libro, pañuelo o pin, nos invitan a impregnarnos de su espíritu.

Este enlace os descubre su concepto de la existencia humana  más allá de la obra artística, que recoge su museo.
 http://www.kunsthauswien.com/


3-Planta Incineradora de Spittelau
Una muestra más de su carácter ecologista asociado al arte es esta asombrosa construcción, enorme, de colores brillantes y líneas curvas que se alza junto al Donaukanal. Spittelau es la más bella asociación de tecnología, ecología y arte, y se ha convertido en una atracción turística más de la ciudad.
Gracias a la quema de las basuras que se produce en su interior, Spittelau aporta a la ciudad la energía suficiente para el sistema de calefacción de parte de Viena. Podréis vislumbrar su torre desde muchos puntos de Viena. Puede parecer de lejos un templo, o una moderna torre de comunicación.
Si os apetece disfrutarla de cerca, bajaros en la parada de metro que le da nombre. Y alucinaréis en colores.



































La vida es un largo viaje. Disfrutad de sus rincones.

viernes, 16 de enero de 2015

RECORRIDO POR LOS ANTIGUOS CAMINOS DE POSTAS: EL JAPÓN RURAL

 Si alguno de vosotros ha viajado a Japón, quizá coincidáis conmigo en que la sensación que se tiene al llegar es la de aterrizar en otro planeta. Un lugar donde todos los contrastes son posibles, y además conviven en armonía zen. Y así, la estética de "Blade Runner" de Tokio y Osaka se dibuja en el horizonte entre luces de neón con siluetas de templos. Los kimonos se entremezclan en las calles con las tendencias de moda más vanguardistas. Samurais y ejecutivos. Geishas y góticas aniñadas. La hiperactividad de las ciudades y el remanso de paz del mundo rural. Y es a éste al que quiero referirme. En concreto a un rincón muy escondido, pero de fácil acceso: El itinerario por los antiguos senderos postales de Japón.



Salimos de Nagoya ( ciudad a 348 km. de Tokio, bien comunicada) en tren destino Nakatsugawa. A la llegada,  tomamos un autobús que nos llevará en 30 minutos al encantador pueblo de Magome. Es como retroceder en el tiempo hasta la época medieval japonesa. Desde aquí, sale el antiguo camino postal de Nakasendo, una ruta senderista que conduce, en un agradable paseo de 8 km. de unas 2 horas y media de duración, entre cedros y bambúes, a Tsumago, el segundo pueblo de postas. La Nakasendo era una antigua ruta comercial que comunicaba Edo, la actual Tokio, con Kioto durante los siglos XVII y XIX. Uno de los tramos más espectaculares de aquel trazado atravesaba el valle de Kiso, una región montañosa y boscosa a los pies de los Alpes Japoneses, por la que serpenteaban las caravanas de mercaderes.
                                   




 Magome es un pintoresco pueblo que, igual que su vecino Tsumago, era una escala técnica para los comerciantes que cubrían la ruta entre Kioto y Edo. La aldea está formada por antiguas casas de postas donde los viajeros de la época Edo podían descansar y cambiar de caballos antes de continuar su ruta. Los viajeros encontraban los servicios básicos, principalmente comida, bebida y alojamiento pero también porteadores y cuidados para los animales de carga. Los funcionarios y samuráis también se desplazaban para realizar tareas administrativas siguiendo esta ruta. Los pueblos eran puntos que utilizaba el gobierno para el control de la red de caminos.Viajar por el sólo placer de viajar no estaba permitido pero sí lo estaban los viajes religiosos. Por
eso, la peregrinación se convirtió cada vez más en un fenómeno popular. Fueron apareciendo diferentes centros religiosos, como el santuario de Ise dedicado a la diosa del sol. Mientras, la economía iba floreciendo y esto pemitía  a la gente disfrutar de más dinero y tiempo libre para viajar, y los peregrinos que se encontraban en las carreteras se multiplicaron por miles.



La mayoría de esas antiguas casas postales han sido restauradas al detalle y con mucho encanto. Sobre todo han sido transformadas en tiendas, donde venden artesanía de la región y otros souvenirs. Las casas son de madera y sus fachadas se alinean en la calzada de piedra de la ruta Nakasendo, que es la calle principal del pueblo y asciende una empinada cuesta hasta perderse por el monte. El pueblo recrea a la perfección el ambiente de la época. Por las pequeñas acequias corre un agua limpia y fresca y las flores decoran las casas.


El camino no es difícil y está bastante bien señalizado.A lo largo de los 8 kilómetros no perdemos de vista el agua, riachuelos y pequeñas cascadas, bosques de ciprés japonés y bambú. El camino es un regalo para la vista y los sentidos. El silencio, solo interrumpido por el movimiento de los árboles, el murmullo de las aguas y el gorgojear de los pájaros, es nuestro compañero de viaje. Al comienzo vamos encontrando algunas casas aisladas con sus huertos y plantaciones de arroz. Por todas partes brotan flores silvestres: violetas, fresas silvestres … Y en especial las hortensias, que crecen enormes entre los árboles.
Tsumago  fue en su día próspero y relativamente cosmopolita pero había caído casi en el olvido y en 1968 los residentes locales empezaron una importante labor de restauración. Actualmente es uno de los pueblos de Japón mejor conservados y, como área protegida para la conservación de edificios tradicionales, no cuenta con elementos modernos que disturben la vista, tanto que, paseando por sus empedradas calles es muy fácil imaginarse como debían ser aquellos días de máximo esplendor de la ruta Nakasendo, y es por ello, que se han rodado muchas películas ambientadas en tiempos remotos.




 Restaurantes, casas de té y diferentes puestos callejeros, vendrán bien tras la larga caminata. Recomiendo las gohi-mochi, bolas de arroz en forma de brocheta así como las bolas de castaña.Y en verano, cualquier helado de té verde o de judía roja será más que bienvenido.
Y embriagada en el recuerdo de esta ruta donde naturaleza y esencia japonesa exploran territorios detenidos en el tiempo, os invito a descubrirla.

La vida es un largo viaje. Disfrutad de sus rincones.